Ana Plata
ESTOCOLMO.— En un hecho inédito en la historia de los premios Nobel -al tiempo que paradójico-, uno de los tres científicos ganadores del Premio de Medicina que se anunció ayer, falleció el pasado viernes.
Se trata del canadiense Ralph Steinman, galardonado a la par que Bruce Beutler y Jules Hoffmann por haber abierto nuevas vías para vacunas y tratamientos en contra del cáncer y de otras enfermedades.
El biólogo celular Steinman, diagnosticado con cáncer hace cuatro años, prolongó su propia vida gracias a la investigación de inmunoterapia de célula dendrítica que le valió recibir el Nobel de Medicina o Fisiología, concedido por el Instituto Karolinska de Estocolmo, institución que sólo ayer se enteró de que Steinman había fallecido el pasado viernes.
Los que fueron compañeros de Steinman en la Universidad Rockefeller de Nueva York ofrecieron una conferencia de prensa ayer en la que aseguraron vivir un momento “agridulce”, divididos entre el reconocimiento al científico y el dolor por su fallecimiento. Michel Nussenzweig, un estudiante del profesor, recordó que “su sueño era utilizar su descubrimiento para desarrollar vacunas y ese sueño está bastante cerca”.
Pese a que sus estatutos prohiben premiar a alguien de manera póstuma, salvo que muera en el período transcurrido entre la concesión y la entrega del premio, la Fundación Nobel decidió, tras una reunión de urgencia, mantener el galardón a Steinman.
La fundación destacó que había obrado “de buena fe” creyendo que Steinman estaba vivo y que respetaba el propósito de los premios de no galardonar a nadie “deliberadamente” de forma póstuma. Es un hecho “único, sin precedente” en la historia centenaria de los Nobel, resaltó en un comunicado.
Por su parte, el estadounidense Bruce Beutler y el biólogo francés Jules Hoffmann revelaron los primeros estadios de las respuestas inmunológicas del cuerpo a ataques externos de virus, bacterias y otros patógenos, lo que se denomina como “inmunidad innata”.
Defensa contra enfermedades
Ralph M. Steinman es una figura central en los avances en el conocimiento del sistema inmunológico, área de estudio que los Nobel de Medicina han premiado varias veces.
El científico descubrió en 1973 un nuevo tipo de células, que por tener extensiones, las llamó células dendríticas, del latín dendriticus (ramificado), y empezó a investigar su papel en el sistema inmunológico. Demostró que estas células poseían una capacidad única para activar las denominadas células “T”, claves en la inmunidad adaptativa y en el desarrollo de una memoria inmunológica contra distintas sustancias.
Se forman a partir de precursores de la médula ósea. A través de la sangre llegan a casi todos los órganos, como pulmones, piel, tracto digestivo, corazón o hígado. En particular hay muchas células dendríticas en las mucosas, las zonas de contacto con el exterior. Allí captan agentes patógenos o fragmentos de ellos, luego los degradan y los presentan en su superficie.
Esta es una de las señales de alarma más importantes de la biología: si otras células de sistema inmune se encuentran con células dendríticas activadas, reconocen y recuerdan los fragmentos presentados. A partir de allí buscan los correspondientes microorganismos.
De esta manera, las células dendríticas “explican” a sus ayudantes qué deben buscar y eliminar. Esta hipótesis fue recibida en principio con escepticismo, pero fue demostrada y figura en los libros de texto.
Y todavía más: muchos médicos intentaron dirigir a las células dendríticas con una vacuna con precisión contra los enemigos del hombre, como células cancerígenas o el VIH.
El plan era exponer a las células dendríticas fragmentos artificiales de los agentes patógenos, para alarmar de forma artificial el sistema inmune.
Por lo tanto, el trabajo de Ralph Steinman abrió al mismo tiempo una nueva rama de la medicina del sistema inmunológico. Además, los conocimientos sobre las células dendríticas otorgan bases para luchar contra las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmune ataca al propio cuerpo y a sus tejidos.
Las células dendríticas ofrecen la respuesta inmune específica, adquirida tras el nacimiento.
El profesor de genética y vicejefe del Comité Nobel de Medicina, Urban Lendahl, alabó el trabajo de los científicos: “Toda la industria de las vacunas en el mundo emplea sus conocimientos”.
Para crear una vacuna sobre la base de células dendríticas, éstas son aisladas de los pacientes y se les unen partes reveladoras de células cancerígenas o agentes patógenos. Esto está actualmente en fase de prueba en varios proyectos de investigación.
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